martes, 9 de enero de 2007

First Blood

Un disparo alcanzó el pecho del inquisidor. Van Alsick no dio importancia al impacto, aunque su vista parecía sentirse algo afectada. Su determinación hacia que siguiese avanzando hacia su odiado enemigo. Un segundo disparo atravesó su pierna, dando con él en el suelo. Era incapaz de moverse. Por mucha voluntad que le quedase, solo podía arrastrase lastimosamente hacia las posiciones Tau. Sus sentidos se apagaban. Sus cansados ojos eran incapaces de distinguir entre amigos y enemigos.

Ese maldito Tarsicius habia tardado demasiado en llegar.



El general Tau echó un vistazo al horizonte. Parecía que todo habia acabado. Los Gue'la habian eliminado a su escolta y habian dañado parte de su antigua armadura de combate, pero seguía funcionando completamente.

La escuadra Sombra se habian encargado de dar muerte al inquisidor y sus cofrades. El Cabezamartillo habia dejado inmovilizado al temible Dreadnought. Las tropas de choque inquisitoriales estaban en desbandada, muertas, o terriblemente malheridas. De verdad que todo habia acabado.

Boltha se acercó a Aun' Phi para comunicarle el cese de las hostilidades por parte del ejército humano, cuando un destello iluminó el campo de batalla.

Unas brillantes armaduras plateadas habian aparecido repentinamente entre las filas del ejército Tau, dando comienzo a una masacre entre los guerreros de la casta de fuego. Las armaduras de la infantería parecían hechas de mantequilla en cuanto entraban en contacto con las afiladas cuchillas de los Caballeros Grises.

Los Tau rodearon a las cinco enormes figuras, y dispararon enloquecidamente a los asesinos de sus compañeros. Dos caballeros fueron neutralizados, pero los otros tres restantes asaltaron las posiciones defendidas por las armaduras Sombra, repitiendo la morbosa escena que hacia solo unos segundos habian realizado con los guerreros.

En ese flanco del campo de batalla ya solo quedaban el etéreo y el Shas o' Boltha. El Aun se lanzó fanáticamente a por los Exterminadores. Poco le quedaba por hacer. O atacaba, o atacaban. El resultado hubiera sido el mismo.

Boltha vió como la cabeza de su lider espiritual se separaba del cuerpo. Sintió un escalofrío en el cuerpo, un sentimiento que no habia probado antes. Daba igual cual acabara siendo el resultado de la contienda. El etéreo estaba muerto. La personificación del Bien Supremo yacía inherte en el suelo, y sus verdugos venían ahora a por él.



Al despertar se encontró con una fuerte luz blanca delante de él. ¿Dónde estaba ahora? Antes de formularse una nueva pregunta, oyó una tranquilizadora voz femenina que le recordaba a la de Aun' Phi. La visión de una enfermera le quitó la posibilidad de estar soñando o en algún tipo de paraíso.

Había sobrevivido al ataque de los caballeros grises. Gracias a la tecnología del imperio Tau, habian conseguido que su cuerpo siguiese funcionando plenamente, aunque su aspecto había cambiado notablemente.

A pesar de las desmoralizadoras pérdidas que habian sufrido, sus tropas habian conseguido mantener a raya a las destructivas fuerzas del Ordo Malleus, pero... ¿Por cuanto tiempo?

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