Weiss volvió a disparar su cañón psíquico, reventando a un xeno en pedazos pequeños y rojos. Se sentía exultante, triunfal. Había temido por la integridad de la maniobra al ver estallar al anciano Land Raider en una nube de fuego azulado, pero esta vez El Emperador había estado de su lado, protegiendoles en todo momento.
Los haces de teletransporte habían funcionado perfectamente y Tarsicius y si escolta hacía un rato que atravesaban las lineas enemigas como un bisturí de inusitada capacidad destructiva. La armadura de Shas `El Boltha había quedado reducida a partículas, pero el general había conseguido eyectarse y escapar, protegido por el fuego de sus francotiradores. Hasta Gaelio, cuyo sarcófago dañado había tenido que ser recuperado de las ruinas de la batalla anterior, y despues de deshacerse de una escuadra de Kroots parecía estar plantado cara al enorme tanque TAU que había acabado con el espíritu del Land Raider.
Los Caballeros Grises disparaban en silencio a su lado, como si rezaran por cada alma tomada, pero El Azote no podía evitar reir y gritar, enajenado por el triunfo que parecía tan cercano. Las sombras habían sido incineradas antes de que pudieran causar más daño y Tarsicius estaba acabando con los ultimos guerreos Tau dejando libre el camino hacia la mina en la que estaba El Báculo, así que lo único que quedaba era capturar al General enemigo y hacerle pagar por todos sus pecados.
Comunicó la orden a su escuadra por el intercomunicador y apuntó con cuidado a las piernas de Boltha.
"Supongo que un Xeno sin piernas también puede sufrir" pensó, y acarició el gatillo dispuesto a mutilar a aquel que tanta humillación le había causado. De repente, un fulgor blanquecino y el ruido de una tremenda explosión le distrajo. La última embestida de Gaelius había provocado daños internos en el Cabeza de Martillo, que había estallado desintegrandose. A lo lejos, los Exterminadores hacían frente a los últimos exploradores colocados a la entrada de la mina, que hacían esfuerzos inútiles por pararles. Van Alsick se giró dispuesto a fijar de nuevo su blanco, pero el xeno había desaparecido.
-¡¡¡APESTOSO HIJO DE PUTA!!!-gritó disparando sin efecto al vacio corredor por donde había escapado su enemigo.
-Sosiego, hermano- musitó la voz calmada del Juez de los Caballeros Grises a su lado- La victoria es nuestra. El objeto impío va a ser recuperado.
-Sí hermano, tienes razón. Congratulémonos por el triunfo de la fé en El Emperador.
-Loado sea El Emperador. Amen
-Así sea.
Weiss apretó con fuerzo la culata de su cañón. Afortunadamente nadie podía ver su cara deformada por el odio tras la máscara de la armadura.
sábado, 13 de enero de 2007
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